Miércoles 16 de enero de 2019 | Finanzas | 1330 Visitas
El llamado ‘impuesto al Sol’ ya es historia. A partir de ahora es mucho más fácil convertirse no solo en autoconsumidores de energía, sino incluso en productores para volcar a la red eléctrica el excedente, cuando lo haya. Se abre la puerta así a una mayor expansión de las energías renovables y al ahorro en la factura de la luz.
Además, el decreto-ley 15/2018 de medidas urgentes para la transición energética y la protección de los consumidores facilita también la producción de electricidad no solo de manera individual en viviendas unifamiliares sino incluso de manera compartida en bloques de pisos o apartamentos.
¿Qué era el ‘impuesto al Sol’?
El conocido como ‘impuesto al Sol’ era la polémica tasa que, desde 2015, tenían que abonar los titulares de autoconsumo eléctrico. En realidad, en España, la gran mayoría de quienes instalan placas fotovoltaicas para generar energía deben firmar un contrato con una comercializadora eléctrica tanto para poder utilizar la electricidad general en caso de necesitar más suministro como para volcar a la red eléctrica el excedente que puedan tener en algunos momentos. El ‘impuesto al Sol’ obligaba a pagar una tasa elevada a esa red eléctrica que, en la práctica, dificultaba mucho la viabilidad de generar energía de esta manera.
Con la nueva norma se ha puesto fin a ese impuesto, que iba en contra de las directivas europeas. También se han simplificado los trámites administrativos y los requisitos técnicos para convertirse en productor de energía solar a pequeña escala, como en el caso de las instalaciones para viviendas.
Autoconsumo individual: viviendas unifamiliares
Las viviendas unifamiliares son las que tienen más fácil convertirse en autogeneradoras de electricidad con opción, además, a dos modalidades. Pueden optar por el autoconsumo sin excedentes, es decir, sin conexión a la red general. En este caso, se consume lo que se produce, aunque con el desarrollo de nuevas batería de almacenaje se puede guardar algo de esa energía para usarla más adelante. En el caso de optar por el autoconsumo con excedentes, la energía generada y que no se utiliza se puede inyectar a la red de distribución general. Para sacarles el máximo partido hay que centrar el consumo en horas diurnas.
Según indica el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, un kit básico para cubrir las necesidades de iluminación y consumo eléctrico para un hogar de cuatro personas y una superficie de 70 metros cuadrados tendría un coste de unos 6.500 euros. Se calcula que la inversión se recupera entre 4 y 10 años más tarde, en función de la potencia instalada y del precio que tenga la energía en cada momento.
Autoconsumo compartido: para consumidores en pisos
El 65% de la población en España vive en pisos o apartamentos, por lo que no tienen opción a instalar un kit de energía solar fotovoltaica individual. Y, hasta ahora, prácticamente se impedía la generación de electricidad a partir del sol para un autoconsumo compartido. El nuevo decreto contempla la posibilidad de crear una instalación entre varias personas para alimentar de electricidad a uno o varios edificios cercanos. Es un sistema muy frecuente en otros países europeos, en los que existen diversas cooperativas para este tipo de plantas solares a pequeña escala.
El autoconsumo compartido más sencillo es el de una instalación que cubra solamente las necesidades de las zonas comunes del edificio: iluminación de escaleras, rellanos o garajes y funcionamiento del ascensor. Pueden ser más en el caso de urbanizaciones con piscina, gimnasio o zonas para niños. El titular de la instalación sería la comunidad de propietarios, como productora y usuaria única.
Otras opciones alcanzan mayor potencia y permiten abastecer de energía también a las viviendas o locales comerciales del edificio. El titular de la producción sería también la comunidad de propietarios, que se encargaría de facturar el consumo que realice cada una de las viviendas conectadas.
Los expertos afirman que es una opción muy interesante en el caso de obra nueva, en la que se puede realizar la instalación ya desde el principio, pero también es posible realizarla en edificios ya construidos. Una opción interesante para obtener energía limpia, reducir las emisiones de CO2 y, a la larga, ahorrar en el presupuesto energético del hogar.